•La actitud positiva de los docentes hacia
los valores y las acciones promulgadas por la Educación Intercultural son imprescindibles
para llevar a cabo dichas actividades, puesto que los profesores son los
verdaderos guías de la clase, los encargados de organizar a los
alumnos, de programar las estrategias, de moderar, de ayudar a la
regulación de los conflictos y de preparar un motivador y acogedor
ambiente de clase.
•El educador u educadora debiera desarrollar mejores
competencia para afrontar situaciones conflictivas en el aula.
•Conocer y llevar a cabo actividades sobre negociación,
escucha activa, empatía o mediación es imprescindible para
lograr un buen clima.
•Siguiendo a Cabrera y otros (1999), el profesorado
da sentido al cambio cuando lo fundamenta en su propio conocimiento
práctico y personal, así como en su propia experiencia.
•Aceptación incondicional de sus propios alumnos,
considerándolos, desde un primer momento, como personas dignas de todo respeto
y consideración. Ridiculizar o avergonzar a los alumnos desde edades muy
tempranas, favorece la aparición de una autoestima deteriorada.
•Comprensión y confianza. Son cualidades muy dependientes de la
anterior; el docente deberá ser capaz de comprender el mundo infantil y
adolescente y la confianza hacia sus alumnos será la consecuencia más inmediata
de este proceso.
•Estímulo recíproco entre alumnos–profesores, en
las diferentes y numerosas experiencias didácticas.
•Trabajo cooperativos que favorezcan las relaciones entre
diferentes personas, ayudando a eliminar posibles estereotipos previos.
•Lo anterior suponen una modificación de los métodos
didácticos y una nueva forma de entender la enseñanza, destinada no sólo a
transmitir conocimientos conceptuales, sino también preparada para la formación
del desarrollo integral del alumno, basándose en el énfasis en el proceso
didáctico, el aprendizaje significativo y el aprendizaje cooperativo (Yus,
1996).
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